Lectura Bíblica: Lucas 7:36-50
Muchas personas se acercaron al Señor, le hicieron preguntas, lo invitaron a su mesa, le pidieron milagros, algunos tenían buenas intenciones, otros intenciones muy malvadas, como escribió San Juan: “muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre” Juan 2:23-25. El Señor va más allá de las apariencias humanas el ve el corazón del hombre como un libro abierto y no hay nada que se esconda de él.
Un fariseo invita a Jesús (36)
Fariseo secta del judaísmo, legalista, ritualistas y tradicionalistas, creían en la resurrección y en ángeles. Lucas 7:30 dice: “Más los fariseos y los intérpretes de la Ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”
El fariseo, de nombre Simón, era un hombre de buena reputación y excelente posición social.
Este hombre rogó a Jesús que comiese con él. El Señor llegó a la casa y se sentó a la mesa, a juzgar por sus actitudes, no era muy devoto del Señor, no creía en sus palabras, dudaba de quien era Jesús, tal vez le invitó para tentarle. Lo cierto es que al entrar el Señor no siguió con lo acostumbrado, es decir no le recibió con un beso, ni le lavó los pies, ni le ungió. Estas actitudes no pasaron desapercibidas al Señor.
Una mujer pecadora (37-38)
Una mujer de la ciudad, conocida por ser de mala reputación, sabiendo que Jesús estaba en casa del fariseo, éste también era conocido en la ciudad, vino trayendo un frasco de alabastro con perfume.
Una mujer con una actitud diferente, es muy acentuado el contraste, entró a la casa mientras el maestro y los invitados recostados en sillones disfrutaban de lo servido en la mesa, vino detrás de él a sus pies, en actitud de humillación, llorando de arrepentimiento, lavó los pies de Jesús con sus lágrimas y los enjugó con sus cabellos, y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Ni una palabra, pero sus hechos gritaban: “perdóname Señor, perdóname”.
Trajo su vida vino a la casa, rindió su alma, lloró, rindió su espíritu se doblegó, se humilló de arrepentimiento se quebró delante del Señor.
Juzgando al Señor (39)
El fariseo dijo para sí: “Éste, si fuera profeta, conocería quien y que clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”, el fariseo conocía a la mujer pero no conocía quien era Jesús, el maestro conocía los corazones de todos los que estaban recostados a la mesa, conocía lo que había en el corazón de la mujer: arrepentimiento y fe, y conocía lo que había en el del fariseo: escepticismo, soberbia y crítica. No juzgues a tu hermano, no pienses mal de él, no juzgues al Señor tu Dios sea lo que sea que suceda a tu alrededor.
La parábola de los dos deudores (40-43)
Jesús, al ver estas actitudes en contraste, dirige la palabra al fariseo: Simón un acreedor tenía dos deudores, el uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con que pagar, perdonó a ambos. ¿Cuál de ellos le amará más?. Y simón respondió pienso que aquel a quién perdonó más. Y Jesús respondió “rectamente has juzgado”.
Sin duda Simón era un hombre inteligente, pensador, reflexivo.
Aplicación de la parábola (44-47)
Y Jesús pasa a enseñarle y darle una ocasión de arrepentimiento, ¿Ves esta mujer?, entré a tu casa y no me diste agua para mis pies, mas ésta ha regado mis pies con lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso, pero ésta no ha dejado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite, mas ésta ha ungido con perfume mis pies.
Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados le son perdonados, porque amó mucho, mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.
Jesús le estaba diciendo, Simón se quien es esa mujer, no necesitas decírmelo, yo sé quien es, y se que trae en su corazón, un dolor profundo por su pecado, y un deseo profundo de cambio de vida, esto es esencial para la salvación.
Dice David: “Al corazón contrito y humillado, no despreciarás tú Oh Dios” Salmos 51:14.
Y Pedro: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre él., porque él tiene cuidado de vosotros” 1ª Pedro 5:6-7.
Jesús es Dios y es rico en misericordia
Su misericordia le antecede.
Cuando Dios envió dos ángeles para que sacaran a Lot y a su familia antes de la destrucción de Sodoma, los tomaron por las manos y los sacaron a la fuerza, porque no querían salir, y dice la escritura “según la misericordia de Jehová Dios para con él, y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad” Génesis 19:16
“Misericordioso y clemente es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia” Salmos 103:8.
Dios el Dios nuestro es rico en misericordia, el conoce los corazones y se apresura a actuar cuando ve corazones que le aman y anhelan agradarle solo a Él.
Dios te conoce ¿Quieres conocerle tú?, te invitamos a nuestra reuniones los días miércoles de 7 a 9 p.m. y los domingos de 10 a 12 a.m, en la Av. Euterpe 236 Urb. Olimpo, Altura cuadra 11 de la Av. Los Quechuas, ven con toda tu familia.
Pastores Alfredo Monteza y Carmen Lozano de Monteza
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viernes, 3 de octubre de 2008
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